Parece mentira cómo aquel marzo de 2020 nos fue arrebatada una edición de Eurovisión, la primera cancelación en toda su historia dejándonos con la zozobra de no conocer un nuevo país ganador, una nueva sede y ampliando el desierto eurovisivo por un año y dos meses más. Después de muchos esfuerzos de Países Bajos como organizador y de cada uno de las delegaciones, estamos a pocas horas de vivir la semifinal 1, la semifinal del reencuentro con los fans, de la unión de países a través de la música y de abrirnos a nuevas oportunidades de disfrutar un show, adaptándonos a las circunstancias actuales.

Esta nueva apertura, con aciertos y desaciertos, se la debemos a Duncan Laurence por su victoria en Tel Aviv, al comité organizador por permitir organizar el festival en Róterdam sin importar las perdidas que ocasionó la cancelación del año pasado, a los países que reeligieron a sus representantes permitiéndoles vivir su sueño y hacer en cierto modo justicia, y a los nuevos representantes que asumieron el reto de medirse con artistas que ya tenían un conexión con las personas que disfrutan de Eurovisión.

Como medio de comunicación latino acreditado como prensa virtual, tuvimos el placer de disfrutar el abrebocas de este nuevo ciclo en el festival, que como todo en el planeta tuvo qué buscar las maneras más creativas posibles para seguir la vida lo más normal posible y no dejar que su luz se extinguiera. Con emoción por lo nuevo, nostalgia por lo que pudo ser y no fue y con la esperanza de vivir el mejor festival en la era moderna, les contamos nuestras impresiones del primer ensayo general de la primera semifinal.

El telón se levanta

Como no podía ser de otra manera, nos encontramos con el recuento de lo que fue aquel 2019 cuando “Arcade” se alzó como la canción ganadora de Eurovisión, quitando por fin la sequía de 44 años sin ese primer lugar para los neerlandeses. Duncan, abre así la semifinal interpretando una de las canciones que hace parte de su EP “Small Town Boy” contando los días para entregar su reinado, el más extenso en la historia del festival.

Edsilia Rombley, Chantal Janzen, Jan Smit y Nikkie Tutorials, dan el pistoletazo de inicio a la edición con la emoción digna de un nuevo resurgir, de una manera de dar frente a una pandemia que ha callado tanta felicidad a través del mundo. Es así, como las 16 canciones de la primera semifinal están cada vez más cerca de vender su candidatura frente al jurado y obtener su apoyo para conquistar ese primer 50% que se unirá al restante por el televoto el día de mañana.

Cabe destacar la calidad de la realización, la alta tecnología usada para los efectos visuales y las postales que aunque sencillas, se alejan completamente de lo visto en años anteriores aportando originalidad y una gran utilización de la realidad aumentada.

No hay nada de malo en bailar solo

The Roop puede darse el lujo de decir que son los que iniciaron una nueva fase en la historia de Eurovisión, y lo harán con una candidatura redonda de principio a fin. Divertida, elegante, llena de carisma y hasta cierto punto bastante arriesgada. Puede que no partan como grandes favoritos como lo fueron el año pasado, pero lo que es cierto, es que esta candidatura no se puede dar por ignorada porque dentro de su ADN está el llamar la atención y sabemos que no pasarán desapercibidos.

La voz que eleva al cielo un primer “Amén

Ana Soklic, una artista nacida para emocionar con su gran voz y presencia. Aquella que recibió un nuevo chance para elevar la calidad que dejó el año pasado con su Voda, aquella que desea enviar a Eslovenia a la final y quien su grito de esperanza desea que sea escuchada por más de 200 millones de almas que estarán conectadas mañana. Una candidatura un poco difícil de digerir por su densidad, pero que se deja impresionar gracias a las cualidades ya mencionadas de la interprete y a una puesta en escena tan elegante como ella. No sabemos cuál será el resultado final, pero de lo que estamos seguros es que si cae en batalla no será por falta de calidad. Admiración total para ella.

Alzando la voz en contra de sus opresores 

Si algo hemos visto con Rusia desde el año pasado, es que está apostando por identidad y diferenciación con respecto a los demás competidores. Primero fue con los irreverentes Little Big saliéndose de su imagen cliché de artistas finamente estilizados con canciones clichés sobre buscar paz, todos unidos con el amor y la esperanza. Ahora, frente a la no reelección de ellos y con una final nacional improvisada pero bien lograda, conocimos a Manizha, una mujer con mucha fuerza, carisma, y un mensaje potente que espera despertar a las mujeres rusas. Una burla a los estándares rusos y aunque se ha ganado muchos detractores que le han deseado hasta la muerte, ella sigue con su dignidad intacta, con su orgullo expresado en su gran sonrisa y en una propuesta que promete despertar la atención de jurado y televoto. Muchas gracias por ser tan genuina.

Una apuesta que no acaba de escucharse y otra que no pudo estar presente en cuerpo pero sí en alma

Algo está pasando este año con el bloque nórdico, donde normalmente siempre son potentes en esta ocasión no cumplen del todo las expectativas. Primero está Suecia que al parecer ya tiene gastada su imagen triunfadora a causa de un bucle de discreción en cuanto a sus elecciones. Tusse desprende carisma, ternura y una canción con un mensaje potente, pero no termina de cuajar dentro del gusto generalizado. Además, la puesta en escena trasladada del escenario del Melodifestivalen al de Eurovisión, sufre un gran cambio que la hace ver descuidada.

No sabemos exactamente si pasará, pero lo que sí sabemos es que este año no es tan seguro su cupo y que podría ser un llamado de atención que los haría repetir la sensación de 2010.

De otro lado y aunque no es específicamente nórdica, es Australia que siempre es hermana de votos de este grupo. Montaigne sobre sorpresa de la SBS no pudo asistir al festival y le toca conformarse con ver su actuación de reserva. La artista algo olvidada por su delegación y por la propia empresa de Eurovisión, lleva una propuesta original, bastante arriesgada y difícil de defender. Aunque puede llamar la atención, tampoco es tan seguro su cupo como años anteriores y menos estando en una semifinal tan competitiva en donde habrá un gran número de injusticias, no por falta de calidad, sino por falta de de boletos.

Una gran interpretación opacada por los excesos de su puesta en escena

Vasil cuenta con una poderosa arma para al menos conquistar al jurado, y esa es su voz, pero lastimosamente hemos notado que ha perdido bastante atención en general por su teatralizada puesta en escena. Una canción de por sí densa, que con gran calidad no termina de conquistar por todos los elementos que tiene. A veces menos es más y más para este tipo de propuestas en donde dependerá expresamente de la buena disposición del televoto el día de la semifinal. No dudamos de su gran talento, pasión y entusiasmo, pero nos encontramos con una propuesta que perdió el camino.

Una invocación que llegó pisando fuerte y un cuento de fantasía que puede enamorar

Elena invocó literalmente al Diablo en su puesta en escena y dejó la invitación abierta para disfrutar de la diversión que ofrece el infierno eurovisivo. Creemos que pude desligarse completamente de la sombra de la eterna Eleni, que parece no ser superada aún por gran parte del sector eurofan. Elena también supo salir bien librada de de Tamta y Sandro, y todo esto lo demostró en cada ensayo donde fue fuerte, pasional, sensual y mostró su capacidad vocal. Una gran sorpresa de eso no cabe duda, una final casi que asegurada pero un resultado en la final del sábado que es más imprevisible que nunca.

Por otra parte, la dulce Lesley que pasó de celebrar la vida el año pasado a buscar su camino con Maps. Si bien la canción fue bien recibida por un gran sector, no disparaba completamente hasta sus ensayos en donde presentó una puesta en escena que en la práctica es compleja, pero en la realización se ve mágica. Ella podrá decir orgullosamente y sin duda, que es una propuesta que jamás la hemos visto sobre el escenario de Eurovisión. No vende humo, vende alegría, emoción y una historia que se siente perfectamente. Merece final, claro está y si la justicia musical existe, la veremos el próximo sábado.

Después de un Amén y la aparición del Diablo, recibimos en la Tierra al ángel caído

TIX llegó a Eurovisión gracias al gran amor que le tienen en Noruega, a su historia y a una canción que puedes amar y odiar al tiempo. No precisamente por su letra o voz, sino por una puesta en escena sobrecargada y bizarra que para los más prudentes podría sentir que pierde la seriedad del mensaje que quiere transmitir. Su pase a la final es bastante dudosa pero no se puede ignorar tan fácilmente ya que brota carisma por sus poros. Él vocalmente siempre está perfecto, transmite emoción pero puede verse desbordada por las plumas de sus alas, las influencias de sus demonios y el grosor de sus cadenas.

Dos propuestas, diferentes formas de mostrar elegancia

La vida está llena de sorpresas y Albina sabe mucho de ello. Pasó de ser poco contundente en la final del DORA a mostrar una de las grandes evoluciones escénicamente hablando gracias a una puesta en escena muy bien pensada, con colores muy llamativos, coreografía acertada, interpretación medida y mostrando como puede renacerse y mostrar elegancia dentro de un género que peca por ser superficial.

Al otro lado de la moneda, nos encontramos con una gran apuesta: Sofisticada, moderna, sensual, misteriosa y que desborda talento. Hooverphonic vino con la tarea hecha desde casa, mostrando la razón por la que llevan más de 25 años de carrera artística. Centrándose en su vocalista, en su mirada, en su voz tan particular y los enigmáticos componentes de la banda. Una canción que parece sacada de un thriller y que pone fin al punto débil del país en donde siempre cojeaban con sus puestas escénicas a pesar de la gran calidad de sus canciones como Sennek o Eliot.

¡Baile, ansiedad y más baile!

Tras la sobriedad belga, tendremos una ronda de tres canciones en donde la mitad será la diferente. Hablamos de la liberación de Israel, el misterio rumano y el poderío azerí. Lastimosamente en esta terna la gran perjudicada es Roxen a la que le falta la proyección y la seguridad en su voz que le sobra a Eden Alene y Efendi. La israelí presenta un conjunto algo genérico que se potencia gracias a ella y a todo lo que desprende su artista.

Roxen tambalea con una gran canción, con una apuesta en escena contundente pero que se debilita de golpe a la falta de seguridad vocal, a la confusión de su actuar y al no saber poner límites al momento de tomar decisiones en cuanto a sus capacidades. Por último Efendi, con otro cliché dentro del género bailable pero en donde destaca su mirada penetrante, su buena voz y sus pasos que aunque cortos son bastante seguros ya que conoce hasta qué punto puede llegar en cuanto a baile.

Dentro de estas canciones la finalista muy posiblemente sería Efendi, pero como en Eurovisión nada se sabe, puede que hasta la tres tomen cupos arrebatándole la oportunidad a otras canciones que aunque le sobren calidad, puede que sean más difíciles de digerir para los espectadores.

La autenticidad del folk y una favoritísima que perdió el norte

Ucrania pasó un gran susto al saber lo indispuesta que estuvo su vocalista durante en el segundo ensayo individual, pero afortunadamente solo fue una falsa alarma y podrá llegar con su autenticidad a la primera semifinal. Shum no solamente hizo ruido en el momento de su lanzamiento, sino en el revamp, con la puesta en escena y en general por llevar la música tradicional ucraniana a un nivel más contemporáneo gracias a sus toques modernos. La fe está puesta en que será una clara finalista y que intentará hacer lo posible por lograr una gran posición en la final, solo resta esperar que haya sido bien recibida por el jurado y que el público se enamore de una propuesta que pocas veces veremos en Eurovisión.

Por su parte Destiny llegó como la gran favorita a ganar esta edición, pero al momento de mostrar su puesta en escena perdió bastante empuje gracias a una propuesta bastante genérica, que recuerda a muchas otras, a una imagen que parece mostrar la confusión de su delegación (ya que cambia en cada ensayo) y a la falta de contundencia que desprende una canción ganadora del festival. De Destiny es innegable su talento, su fuerza y la gran voz que tiene, pero lamentablemente el empoderamiento femenino de su canción no se refleja en lo más mínimo en lo visual. Que será una clara finalista, así es, pero de ahí a ganar aún queda muchos factores por analizar… aunque claro está, siempre hay espacio a las sorpresas.

Tras las 16 actuaciones nos sorprendimos con una interval act llamado “The power of water” que perfectamente pudo ser una competidora y sonar como una posible ganadora. Después nos pusimos sensibles con un homenaje a diferentes ganadores de Eurovisión como Katrina, Jhonny Logan, Lenny Kur, entre otros, en donde hicieron un breve repaso de sus respectivos años y cómo vivieron ese triunfo que los marcó en la historia del festival.

Luego conocimos unos tips sobre cómo no ganar Eurovisión que trajo molestias por algunos eurofans españoles por mostrar los problemas de afinación de Manel Navarro en la final de 2017 y vivimos las actuaciones al completo de Italia, Países Bajos y Alemania que votarán en esta semifinal. Solo decir que Italia es una propuesta como apunta a ganadora del festival y que muy posiblemente dará al BIG 5 un nuevo triunfo que no se ve desde el 2010, ya sea por Barbara Pravi o por Maneskin.

Como todo ensayo no está exento de problemas técnicos siendo Malta, Ucrania y Rumanía las víctimas de estos inconvenientes que las llevaron a repetir sus actuaciones gracias a la decisión de la EBU. Esperamos que esto se quede en un simple error y que en directo puedan entregar todo su potencial para conquistar el 50% restante.

Con la emoción que desborda el regreso del festival, con las posibles decepciones que nos llevemos en los resultados de la primera semifinal y con el entusiasmo de dos galas restantes, solo podemos desearles una gran semana de Eurovisión, que nos dejemos llevar por el amor por la música y que bloqueemos todo acto tóxico que quiera oscurecer el verdadero espíritu del festival.

 

 

Por Christopher Estrada

Comunicador social, periodista y próximamente psicólogo colombiano. Mientras sigo en el proceso de volverme loco, Eurovisión es una buena ruta de escape y por eso escribo desde hace cinco años para OGAE RoW Latino.

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